Facultad de Humanidades
Departamento de Lingüística y Literatura
Pedagogía en Castellano
Literatura Latinoamericana y Chilena I
El sujeto americano o una defensa fallida.
Descubrimiento, conquista e inicios de la colonia.
Trabajo final
12 de diciembre de 2016
Autor: Ignacio Bravo Prieto
Profesor: Marcos Figueroa Zuñiga
Un 3 de agosto de 1492 zarpando desde el puerto de Palos, Cristóbal Colón, jamás hubiera imaginado las consecuencias mediatas e inmediatas de su expedición a las Indias; navegando y registrando cada legua avanzada en su Diario de Navegación, los días avanzaban y no veían tierra. Comenzó a mentir a su tripulación para evitar que se amotinaran, fracasando de esa forma su misión que no era otra que hallar una ruta comercial alternativa para llegar a Catay (china) y Cipango (Japón).
Esta primera expedición al “nuevo mundo” modificó tanto la realidad política, económica y social de España, situando a los hispanos como la mayor potencia europea; como también la vida en nuestro continente, con un impacto cruento sobre la vida de los pueblos autóctonos.
Es en torno al tratamiento del hombre de las tierras “descubiertas” que se centrará este escrito, realizando una síntesis de la visión de tres autores distintos. En primera instancia Colón por ser el primero en caracterizar al nativo, luego será Fray Ramón Pané, quien publicó el primer libro escrito en América centrado en sus hombres y Bartolomé de las Casas como el principal defensor del alma del hombre americano influenciado por las ideas de Montesinos.
Antes de la llegada de los españoles al territorio americano, existía en el continente una diversidad de culturas, naciones, ciudades con las más diversas características y magnitudes. Desde la gran ciudad de Tenochtitlán en el actual México hasta el misterioso emplazamiento de Tiahuanaco, desde el norte al sur, esta tierra tenía su propia historia, su propio desarrollo y organización. La diversidad cultural y étnica americana parece apagarse en cuanto el europeo pisa el continente, llevando todos los pueblos a una burda generalización y al sometimiento mediante engaños, evangelización y violencia exacerbada.
- Colón, “las gentes desnudas y de buen ingenio”
Colón llega un 12 de octubre de 1492 a Guanahani en el archipiélago de las Antillas en las Bahamas, creyendo que está en el lejano oriente, en este Nuevo Mundo, del que no se tenía noticias en Europa. En el diario del navegante, podemos apreciar su sorpresa frente a los paisajes, el clima, la vegetación que va detallando, con el claro fin de dar cuenta del éxito de su empresa a los reyes católicos y desde luego, también por el asombro. Colón, comerciante en primer lugar, queda maravillado con la riqueza natural de la isla, pero aún más con las potencialidades económicas de su descubrimiento: el oro.
Se muestra interesado en conocer la tierra, obtener noticias del entorno y de los pobladores.
Sin embargo, de inmediato se hace latente la visión etnocéntrica de Colón, quien reconoce en los nativos raciocinio, pero desprecia totalmente la cultura de los hombres autóctonos.
“Si bien reconoce la inteligencia de los naturales –tema pronto motivo de grandes controversias- no otorga ningún interés a sus lenguajes, produciéndose de ese modo un vacío entre lo dicho por unos y lo comprendido por otros. Las señas, los gestos y, las más de las veces, lo simplemente creído, aparecen por todo el relato como los medios de comunicación más frecuentes.”
Con Colón se inicia el gentilicio incorrecto de llamar “indios” a los habitantes del Nuevo Mundo. Por otra parte, existe una descripción interesante que hace acerca de las personas que encuentra en Guanahani:
“Ellos andan todos desnudos como su madre los parió, y también las mugeres, aunque no vide más de una farto moza, y todos los que yo vi eran todos mancebos, que ninguno vide de edad de más de xxx años, muy bien hechos, de muy fermosos cuerpos y muy buenas caras” (Colón, 30). La desnudez en que viven es el rasgo que más destaca en las descripciones del hombre recién encontrado; y si su aspecto sorprende al europeo, pronto lo maravillarán su generosidad e inocencia.”
Finalmente, el navegante exhibe nuevas ideas sobre los hombres, esta vez relativas a su personalidad:
“Ellos deven ser buenos servidores y de buen ingenio, que veo que muy presto dicen todo lo que les dezía. Y creo que ligeramene se harán cristianos, que me pareceió que ninguna secta tenían. Yo plaziendo a Nuestro Señor lavaré de aquí al tiempo de mi partida seis a Vuestras Altezas para que depredan fablar” (Colón, 31)
En síntesis en Colón la visión del sujeto americano, además de instalar el trato de “indios”, es una descripción somera, superficial de su apariencia exterior y un perfil interno muy pobre debido a su lejanía con los habitantes y a su real desinterés en los hombres de América. No aprende su idioma, no se interesa por sus costumbres, ese trabajo lo delegó al Fray Ramón Pané, quien llegó a América en el segundo viaje, a la pequeña Villa Navidad que el navegante fundó con los restos de la Santa María.
- “Ramón Pané, primer etnógrafo de los americanos o el extirpador de idolatrías”
Fray Ramón Pané, monje de la orden de San Jerónimo, seguidores de los postulados de San Agustín, recibe el encargo por parte de Cristóbal Colón, de escribir el primer libro español en América a partir del contacto con los indios.
Pané, escribe la relación acerca de la antigüedad de los indios, primera publicación en América y primer tratado etnográfico sobre los americanos. Este párroco tiene además en su haber, ser el primer europeo en aprender una lengua nativa, el taíno.
En la isla de La Española, el religioso realizó su labor acercándose a los nativos, interactuando con ellos aprendió de sus costumbres y su organización; sin embargo, los fines de dicha empresa no eran precisamente humanitarios, o de interés científico; la misión de Pané era bien clara: identificar las idolatrías para combatirlas en el afán de evangelizar (e incorporar) a los indios.
Así es como se va perfilando dicha investigación, en términos generales, como una indagación destinada a reconocer las supersticiones y malas prácticas religiosas de los nativos que los hicieran difíciles de convertir al cristianismo.
En el texto de Marguerite Cattan, Fray Ramón Pané, el primer extirpador de idolatrías, aparece una interesante crítica a la perspectiva eurocentrista del religioso:
“(…) Fray Ramón, obedeciendo la ideología cristiana de la época –y siguiendo un pensamiento tomista- califica las creencias y prácticas de los habitantes de La Española como supersticiosas afirmando que cada uno de los indios adora a sus ídolos de “un particular modo y superstición”. Así, los mitos y ritos taínos que colectará estarán tintados de características extrañas a la fe religiosa y contrarias a la razón en cuanto a la reverencia idolátrica hacia criaturas u objetos, la errónea búsqueda de instrucciones para predecir el futuro, el uso de sustancias embriagantes y las equivocadas prácticas rituales en general.”
En la cita anterior, se ve que el cristiano, observa las creencias de los indígenas no desde una perspectiva científica, no es una descripción detallada y objetiva, sino un enjuiciamiento de las prácticas religiosas particulares en La Española desde una perspectiva cristiana, invalidando sus creencias ante las propias. Es en este sentido que no puede llamarse un estudio etnográfico la obra de Pané sino más bien una descripción velada, cargada de la ideología de su orden religiosa y el contexto teológico de finales del siglo XV; aunque es innegable el valor documental de su relación, en tanto colección de creencias de los indígenas de la isla.
¿Cómo es el sujeto que establece Pané en la Relación de la Antigüedad de los Indios y cuáles sus creencias?
En primer lugar los indios son politeístas y supersticiosos, en los veintiséis capítulos da cuenta de esto, cerrando el texto con un milagro, hecho que contrasta su visión de idólatras de los indios, con la propia creencia sobrenatural e irracional de los milagros cristianos.
El texto trata del origen de los indios, cómo han llegado a la isla, cómo se han distribuido y la división de hombres y mujeres. La partida de las mujeres, y de cómo se solucionó la falta de mujeres a través de la perforación de un inriri cahubabayael en la zona donde habitualmente está el sexo de las mujeres en los seres caídos de los árboles, sin genitales. Luego narra entre el noveno y décimo capítulo la formación del mar a partir de peces provenientes de los huesos de yayael. En el capítulo XII y XIII se habla de la vagancia de los muertos de día recluidos y de noche transeúntes. En este punto es interesante apuntar el origen que el monje atribuye a estas creencias: canciones antiguas que trasmiten oralmente de generación en generación que interpretan con el mayohabao, fábulas que creen verdaderas.
Otro punto que no puede pasarse por alto, es la historia de los iconoclastas seguidores de Guarionex, quienes salidos del adoratorio tiraron las imágenes sacras al suelo, cubriéndolas de tierra. Según Pané, exclamaron: “ahora serán buenos y grandes frutos”. Esta falta fue vista por los guardas del oratorio que informaron a la brevedad a Bartolomé Colón, quien tras proceso contra los indios los quemó públicamente. Este pasaje es precisamente el más violento y mítico desde el eurocentrismo, ya que en primer lugar, se castiga brutalmente a los culpables, y en segundo término, las raíces que salieron en el campo donde las enterraron, tenían forma de cruz.
Finalmente el “pobre ermitaño Ramón Pané” narra el primer bautismo en la isla de Juan Mateo en 1496, sin olvidar una importante advertencia que creo, es clave para entender la finalidad del documento y la misión de Pané:
“Digamos ahora cómo se hicieron cristianos los primeros que recibieron el santo bautismo y lo que es necesario hacer para que se hagan todos cristianos. Y verdaderamente que la isla tiene gran necesidad de gente para castigar a los señores cuando son merecedores de ello [y] dar a conocer a aquellos pueblos las cosas de la santa fe católica y adoctrinarlos en ella; porque no pueden y no saben oponerse.” (Pané, 55)
La visión que se desprende de esta última cita es poco favorable al americano, debe ser convertido al cristianismo y para que ello ocurra hace falta gente que castigue a quienes lo merezcan. Dice Pané que hay que adoctrinarlos porque no se resisten. Esta idea de la pasividad de los indígenas parece justificar la evangelización porque simplemente los europeos son más fuertes y los cristianos “más vigorosos”. Junto con esto, el autor comenta sobre los nativos que no saben leer ni contar sino hasta diez, y que esa sería la causa de su creencia en idolatrías y supersticiones.
Pero ¿en qué momento el americano pasa de ser un sujeto con creencias propias y cosmogonías que los cristianos no comprenden, a un ser desalmado, sin criterio, sin razón apto para los trabajos de carga, la extracción de oro y la cuasi esclavitud de la institución tiránica de la encomienda?
En el momento mismo en que Colón pone en marcha la construcción del primer poblado. Trae desde Europa este sistema para poder explotar los yacimientos auríferos descubiertos en el nuevo continente.
“La encomienda es un derecho concedido por merced real a los beneméritos de Indias para recibir y cobrar para sí los tributos de los indios que se les encomendasen por su vida y la de un heredero, con rango de cuidar de los indios en lo espiritual y temporal y defender las provincias donde fueren encomendados.” (Rodríguez Demorizi)
En un sentido idealista, el encomendero debía proteger la vida de los indios a su disposición, evangelizarlos y defenderlos. Sin embargo, sabemos que esto no ocurrió en la práctica y que los encomenderos sometían a los nativos a tratos vejatorios, sobreexplotación, hambre y verdaderas condiciones de inhumanidad al considerarlos seres inferiores y su derecho el de exportarlos.
La visión de la evangelización, salvar las almas de los infieles y en definitiva, someterlos a la corona hispana, apunta en la misma dirección que los tratos inhumanos de la encomienda, el sometimiento. Además se basa en la misma premisa: la de la supremacía cultural y racial, es decir, el etnocentrismo hispano.
Es precisamente esta degradación del indio, esta vejación de naciones originarias enteras, lo que comienza a generar una controversia que resulta en la manifestación del padre Fray Antón Montesinos en La Española. Cabe destacar que la orden no se enfrenta a la evangelización o a la ocupación de las Indias, sino del modo y de la falta al compromiso que los encomenderos tenían para con sus hombres.
- “Un sermón polémico, defensa de las gentes del Nuevo Mundo”
Montesinos y los padres dominicos tienen una visión humanitaria con los indios. El indio tiene alma y hay que respetarla, conducirla por buen camino al Señor y protegerle. Ellos denuncian los maltratos porque ven en los americanos humanidad. En la época desde España ha existido un absurdo debate de si los indios tienen o no alma y de si están o no dotados de razón. Todo esto con el claro fin de someterles al menor costo posible y con las mayores ganancias para las arcas católicas y los bolsillos de los encomenderos en América.
La orden de los dominicos, no así su líder, defienden a los nativos en su campo de acción, la misa, la prédica, la iglesia.
El 21 de diciembre de 1511 el padre Montesinos en pleno oficio encaró a los hispanos, sus compatriotas por defender a los indígenas víctimas de la encomienda. Por mandato de su superior y concilio de los dominicos de la isla. Entre todo el discurso, estas son probablemente las palabras más importantes e impactantes, y exponen la cólera, la vergüenza y el ímpetu con que fueron proclamadas:
“(…) todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes. Decid, ¿Con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre aquestos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas; donde tan infinitas dellas, con muertes y estragos nunca oídos, habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin dalles de comer ni curallos en sus enfermedades, que de los excesivos trabajos que les dais incurren y se os mueren, y por mejor decir, los matáis, por sacar y adquirir oro cada día? ¿Y qué cuidado tenéis de quien los doctrine, y conozcan a su Dios y criador, sean baptizados, oigan misa, guarden las fiestas y domingos? ¿Estos, no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No sois obligados a amallos como a vosotros mismos’ ¿Esto no entendéis? ¿Esto no sentís? ¿Cómo estáis en tanta profundidad de sueño tan letárgico dormidos?” (Montesinos, 1511)
Los efectos del discurso fueron inmediatos, tras discurrir los encomenderos entre ellos altos cargos de la isla, el virrey Diego Colón, los oficiales del rey, tesorero y contador, factor y veedor deciden ir a reprender al padre por considerarlo ofensivo y peligroso contrario a los intereses de la corona y perjudicial a todos los vecinos. Consiguen de toda esta situación que el padre vuelva al púlpito la semana entrante con un sermón más encendido y polémico.
Del sermón y la reacción de los españoles se desprende una terrible visión del indígena, es válidamente esclavo, no tiene por qué ser tratado distinto de un animal de carga y la cuestión de su alma o de su razón es irrelevante en tanto trabaje duro y otorgue riquezas en oro a su amo.
En esta misma controversia aparece la figura del padre Bartolomé de las Casas quien en su brevísima relación de la destrucción de las Indias, denuncia los crímenes que los españoles están cometiendo en América con los indios; detalladamente, entrega casos que en su recorrido por las provincias a presenciado. Entre las múltiples acusaciones está la de quedarse con más oro del que los indígenas debían otorgarles y que incluso poseían; la violación de mujeres; el dejarles sin alimento ni bebida quitándoles su maíz; los asesinaban quemándolos o ahorcándolos o con armas blancas; y finalmente, los esclavizaban y vendían.
El texto es particularmente cruento y una cita que puede evidenciar lo anterior es la siguiente:
“En tres o cuatro meses, estando yo presente, murieron de hambre, por llevalles los padres y las madres a las minas, más de siete mil niños” (Las Casas, 94)
Con todo esto, De las Casas justificaba la violencia y resistencia de los indios ante tan terribles bárbaros mal llamados cristianos. Lleva su defensa a la misma España donde debate con Ginés de Sepúlveda que es solicitado para defender los intereses de la encomienda en América. El resultado del debate es favorable a la postura humanitaria del padre dominico; sin embargo, en la práctica, y durante siglos, los argumentos aristocráticos y etnocéntricos de Sepúlveda fueron ley en nuestra América.
Desde 1492 a 1550, años del descubrimiento de América e inicio de los debates de Las Casas y Sepúlveda, la construcción del sujeto americano pasó por varios procesos: de la completa ignorancia y la curiosidad inicial de un Colón antesala de la explotación; del prejuicio al acercamiento desde el etnocentrismo del fray Ramón Pané, donde ya los americanos perdieron su libre albedrío al ser sujetos de conversión pues no oponen resistencias; a la explotación en la encomienda por el desprecio de sus costumbres, creencias y almas. Montesinos y Bartolomé de las Casas hicieron su esfuerzo en combatir la inhumana y falsa cristiandad con que se trataba a los hombres de las Indias; sin embargo, más allá de medidas superficiales, como códigos laborales que nadie fiscalizó su cumplimiento, el efecto de las ideas de estos religiosos fue nula, el americano siguió siendo explotado. El sujeto americano y su defensa acabó por ser un proyecto fracasado.
Bibliografía
-Cattan, Marguerite: “Fray Ramón Pané, el primer extirpador de idolatrías”. Alpha. 2014, n.39. 37-56
-Colón, Cristóbal: "Carta a Luis Santangel (15 de febrero de 1593)". Textos y documentos completos. Edición de Consuelo Varela. Madrid: Alianza Editorial, 1982. 139-146
Durán Luzio, Juan: "Diario de navegación". Diccionario Enciclopédico de las letras de América Latina (DELAL). 3 Vol. Caracas: Fundación Biblioteca Ayacucho/Monte Ávila, 1995, 1996 y 1998.
-Emilio Rodríguez Demorizi. Los Dominicos y las encomiendas de Indios de la Isla Española. Santo Domingo, Academia Dominicana de la Historia, 1971, pp. 25-26.
-Las Casas, Bartolomé de: Brevísima relación de la destrucción de las Indias (Edición de André Saint-Lu). Madrid: Ediciones Cátedra, 1982.
-Pané, Ramón: Relación acerca de las antigüedades de los indios. Edición de José Juan Arrom. México: Siglo XXI, 1974.